Por: Lcdo. Luis Javier Hernández, alcalde de Villalba y presidente de la Asociación de Alcaldes de Puerto Rico.
Por años las grandes empresas minoristas han estado cabildeando para la eliminación del impuesto al inventario, presionando a las diversas ramas del gobierno para que cambien las leyes a su favor. ¿Qué significa esto? Los grandes comercios alegan que este tributo les impide tener un inventario de grandes cantidades de bienes, necesarios para enfrentar situaciones de eventos atmosféricos naturales y situaciones de escasez. De primera impresión, eso parece loable, pero hay más y usted, amable lector, debe conocer la verdad con todos sus detalles.
Lo cierto es que la insistencia en contra del impuesto al inventario viene particularmente de unas 17 grandes empresas que hoy pagan el 80% del mismo, son esas grandes empresas y no los pequeños y medianos comerciantes los que pagan el mismo. Naturalmente, la principal misión de esos grandes comercios es tener más y más ganancias cada día, lo que es parte de nuestro sistema económico. Lo que no pueden decir los proponentes de la eliminación del impuesto al inventario es bajarán los precios a los consumidores si les eliminan dicho tributo, pues lo que buscan es bajar sus costos de operación a costa del bienestar de las comunidades donde hacen negocios. Algo parecido ocurrió con aquella intensa campaña para abrir los comercios los domingos, donde se alegaba públicamente que los comercios generarían más empleos, pagando mejores salarios, si les permitían abrir los domingos. Todos sabemos que eso no ocurrió.
La verdad es que cuando usted le pregunta a un consumidor si ha visto el llamado impuesto al inventario en la factura, lo cierto es que no está, ya que el mismo es parte del precio que impone el comerciante y su destino es para sufragar los gastos que los 78 municipios de Puerto Rico están obligados a hacer para servirle a los ciudadanos. Con dicho impuesto se hace mucho: desde recogido de desperdicios sólidos, hasta mantenimiento de vías públicas, apoyo a la educación y al deporte, ayuda a los más necesitados, iniciativa de salud pública y preparación para las temporadas de huracanes, así como seguridad, entre otros temas.
Sin duda alguna la influencia de los cabilderos bien pagados y la inversión en los medios de comunicación han creado la duda en algunos ciudadanos sobre la eficacia del impuesto al inventario. La realidad prevaleciente en Puerto Rico no debe dar espacio para el chantaje, porque cada componente de la sociedad tiene que aportar para el bienestar común. Eliminar el impuesto al inventario es causarle más problemas a las comunidades y a los ciudadanos que son servidos por los municipios. El tema de la temporada de huracanes ya nuestro pueblo lo conoce porque lo ha vivido y sabe que en los tres eventos naturales más duros que hemos vivido en la historia: Huracán Irma, Huracán María y terremotos en el sur, han sido los municipios de Puerto Rico, de todos los partidos, los que han dado la cara y han estado en primera fila atendiendo las necesidades de la gente.