Enlace de Jaime Torres Torres
Fundación Nacional para la Cultura Popular
Posiblemente el nombre de Sebastián Villarini le resulté desconocido. Quizás nunca, excepto hoy, ha sido motivo de un titular en la prensa cultural del País. Pero sí que lo tiene bien merecido porque es un talento puertorriqueño que, a sus 22 años, representa a la Patria en el difícil mundo del ballet internacional.
En una primicia para este medio, Sebastián será nuestro embajador en París, Francia, cuando en el verano que se avecina, por espacio de tres semanas de junio a julio, se presente con el New York City Ballet en el Teatro del Chátelet.
“Haremos funciones seis días de la semana”, adelantó Sebastián a la Fundación Nacional para la Cultura Popular.
Esta gira con el New York City Ballet es fruto de su dedicación al arte. Desde que se despierta lo primero que piensa es el baile. Se mantiene en forma ejercitándose en el gimnasio y cuidando sus hábitos alimentarios.
“Tomamos una clase de ballet de hora, hora y 15 minutos. Y durante todo el día seguimos ensayando repertorio. Si estamos en temporada en el teatro, los ensayos terminan como a las 5:30 p.m. para entonces hacer la presentación a las 7:00 ó 7:30 p.m.”, explica Sebastián sobre rigor de los ensayos.
Cuando baila, la sensación que experimenta es de libertad. Primero calienta y se asegura que su cuerpo se sienta en balance y armonía.
El sosiego es crucial.
“Cuando salgo al escenario me dejo ir y dejo que la música me ayude para que las sensaciones y emociones que uno desea comunicar fluyan. A la verdad que es una delicia cuando el telón baja y uno escucha los aplausos. Hago esto porque me hace feliz”, explica Sebastián, cuyas figuras las articula en el marco de las obras de Tchaikovsky, Stravinsky, Aaron Copland y otros compositores.
La incursión de Sebastián en el ballet neoclásico o más contemporáneo se remonta a su edad de 15 años con la compañía Ballet Brío, dirigida por Rodney Rivera. Bailaron en la Semana Internacional de la Danza, celebraba en San Juan, y recorrieron escenarios de Mayagüez y Ponce.
En el campo profesional, su carrera despegó en el verano de 2010 al asistir al curso intensivo de School Of American Ballet, institución muy prestigiosa en Nueva York. También fue invitado al siguiente internado de invierno, en el que participó durante dos años, permaneciendo en la compañía.
“Esa compañía [New York City Ballet] no hace audiciones. Los bailarines van a la escuela y de allí entran directamente a la compañía”, dijo Sebastián, quien en 2007 participó en su primer intensivo de verano, con beca completa, en el Miami City Ballet School.
En 2012 el New York City Ballet, que dirige Peter Martins, lo reclutó. Dos años más tarde obtuvo el Premio Orgullo Puertorriqueño, conferido por el Comité Noviembre, que divulga y reconoce al talento nacional boricua en Estados Unidos.
“Tengo mucho que agradecer a dos maestros que en mis últimos años en Puerto Rico me ayudaron mucho a formarme no solo como bailarín, sino como persona y para formar mi ética profesional. Ellos son Joaquín Banegas, de Cuba. Él descubrió a Fernando Bujones. El otro es Rodney Rivera”, reconoció Sebastián, quien a los siete años también fue alumno de Yolanda Muñoz y María Carrera.
Sus metas, contrario a lo que algunos pudieran imaginar, se orientan a la educación. No le desvela evolucionar y convertirse en un coreógrafo reconocido. Todo a su tiempo, aunque proyecta compartir sus conocimientos y destrezas a través de la instrucción a otros jóvenes.
“Cuando ayudo a algún compañero que no le está saliendo algún paso, siento lo que enseñaron mis maestros: llegar a conclusiones mediante algo más natural, en armonía con mi cuerpo. Es una opción. A la vez que estoy terminando mi bachillerato”.
Sebastián se encuentra de vacaciones en Puerto Rico, visitando a su familia. Sus padres Lilliam Vélez y Héctor Villarini siempre han respaldado su carrera al igual que la de su hermano Jorge Andrés, que también se desarrolla en el ballet clásico.
“Eso ha sido lo más importante para nosotros. Nuestros padres nos han dicho que sí a todo lo que hemos querido hacer. Jugamos baloncesto, practicamos karate y siempre han sido nuestra fuente de apoyo. Muchas veces, cuando nos encontramos fuera del país, damos una llamada y salimos como hombres nuevos porque a la verdad que nos apoyan mucho”, concluyó Sebastián Villarini.