Las vacaciones, por definición, son esa pequeña parte del año en la que las obligaciones dejan de dirigir tu día a día, quedando aparcadas mientras disfrutas de todo aquello de lo que no has podido disfrutar el resto del año. Solo en vacaciones se pone a tu disposición ese tiempo verdaderamente libre que permite a tu mente y tu cuerpo el placer de organizarse a su antojo. La única época del año en la que es posible entregarse al dolce far niente.
¿Tiene sentido, entonces, tomarse este tiempo de descanso alejada de la pareja?
Cada pareja resolverá este conflicto en base a sus valores, sus costumbres y su nivel de ajuste por lo que, a priori, no deberían existir respuestas tajantes, correctas o erróneas, ante esta pregunta. Ahora bien, en este caso sí me atrevo a decir que el no veranear nunca juntos, hasta el punto de privar a la pareja de compartir lo que es precisamente la parte más placentera del año, es una pérdida de oportunidades para el disfrute por la que no es necesario pasar.
Si las vacaciones por separado a ti también te suenan raras y te suponen un conflicto, hay varias cuestiones sobre las que te será interesante reflexionar.
Si consideráis que veranear juntos es un paso ‘demasiado grande’ o ‘demasiado serio’ esto suele corresponderse con relaciones en las que existe aún poco nivel de compromiso. En estos caso, si se trata de una relación joven, lo esperable es que con el paso del tiempo y el afianzamiento del vínculo, vayáis construyendo, poco a poco, más parcelas de vida en común. En definitiva, aún faltarían tanto intimidad como proyectos de vida en común.
Si preferís no veranear juntos porque entráis en conflicto demasiado a menudo y no queréis sufrir esto también en verano, entonces quizá os estéis privando de una ocasión única para empezar a arreglar vuestros problemas. Es evidente que nada se resuelve en 10 días, pero nunca está de más comenzar por concederse algo de tregua, descansar de la rutina, y recordar lo bueno que tiene eso de estar juntos. A veces, tan sólo con alejarse de la estimulación aversiva habitual, se te hace más fácil adoptar un punto de vista alternativo.
Y, si os aferráis a eso de no veranear nunca juntos porque le conferís mucha importancia a vuestra independencia personal, entonces quizá os estéis yendo a un extremo peligroso.
Tomarse un tiempo ‘libre’ personal porque cada uno tiene formas de diversión diferentes, porque cada uno tenéis vuestras propias rutinas sociales que queréis mantener o porque simplemente necesitáis ese tiempo, es perfectamente normal y saludable. Sin embargo, la pareja es la persona que más fácilmente puede reforzarnos y con la que más gratificante puede ser el disfrute. No disfrutar del verano juntos supone depositar fuera de la pareja una de sus funciones fundamentales. ¿No te parece demasiada renuncia?
Si existe esa necesidad de estar separados justo cuando mas tiempo juntos podéis compartir, quizá hayáis arrastrado problemas de intimidad desde el pasado y vuestro nivel de ajuste no funcione tan bien en este ámbito como en otros.
Cada pareja administra de forma distinta tanto sus puntos de encuentro como sus parcelas de desarrollo personal, pero privarse del tiempo de disfrute en común puede ser sintomático y puede llevaros, con el tiempo, a un mayor distanciamiento en otras áreas.