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Nuestros hijos nos interrogan desde muy pequeños por cuestiones sexuales. Necesitan entender su cuerpo y las satisfacciones que obtienen de él. Antes o después, aparecen las mismas preguntas: «¿Cómo me hicisteis papá y tú?»; ¿cómo entré en tu barriga?». Preguntas que producen cierta inquietud en los padres, quizá por no saber contestarlas. Cuando los adultos evitan responder, los niños consideran que es malo interesarse sobre esos asuntos, lo relacionan con lo prohibido.

Preguntas que producen cierta inquietud en los padres, quizá por no saber contestarlas.

Un enigma que se plantea antes de los tres años es el de las diferencias sexuales. A partir de los cuatro, aparece la pregunta sobre cómo se nace. La naturaleza psicológica del niño le impulsa investigar. Necesita comprender el mundo, entender su cuerpo y saber sobre su origen.

Los hijos, desde muy pequeños, tienen derecho a saber sobre el sexo en la medida en que lo deseen y preguntan a aquel de quien más respuestas obtienen. Del tipo de preguntas que hacen se puede deducir su grado de desarrollo. Si no se les informa, se les impedirá vivir la sexualidad de una forma sana y gratificante. La sexualidad, nos acompaña desde el principio de la vida. Debemos acompañar el desarrollo sexual de los hijos. Habría que contestarles siempre que preguntan. Y si alcanzan cierta edad y no lo hacen, conviene que sea el adulto quien promueva esa conversación.
Evitar errores:
Los niños juegan a los médicos. Solo deben ser interrumpidos en caso de que haya diferencia de edad o si uno de ellos es obligado.
Hay que evitar meterles miedo con el sexo por lo que les pueda pasar: embarazo o enfermedades.
Si en el momento de la pregunta no se sabe qué responder, se piensa y después se le recuerda y se responde. A ellos no se les olvida lo que les interesa.
Algo más que deseo

Daniel tiene 16 años y desde hace poco se ha convertido en un chico ensimismado. Su padre, Enrique, le pregunta si le pasa algo, pero el joven no quiere hablar. La madre le cuenta a Enrique que cree que le gusta una chica y que el otro día vino llorando porque tuvo un enfrentamiento con otro chico.

Enrique utiliza una argucia para hablar con Daniel. Comienza a hablar del hijo de un amigo suyo para acabar diciendo que los chicos siempre tienen miedo a quedar mal con las chicas. Y le explica que esto pasa porque piensan que ellas no tienen miedo, y que cuando dos jóvenes se aman suelen descubrir juntos la relación sexual y los miedos se pasan. Al final añade algo importante: «Aunque sé que esto tú ya lo sabrás, me parece conveniente decírtelo, hay que estar informado sobre los métodos anticonceptivos, si tienes dudas, me preguntas».

Los padres deben hablar a sus hijos y las madres, a sus hijas, por identificación.

Estas palabras informaron a Daniel acerca de algo fundamental. Su padre y todos los hombres del mundo tenían miedo al principio. Y ellas también. No había que demostrar nada, en fin. Descubrir el sexo con alguien a quien quieres es lo mejor. Los adolescentes son reservados, por ello hay que buscar el momento para informarles de aspectos que tienen que tener en cuenta. Las chicas, acompañadas por su madre, tendrían que visitar al ginecólogo cuando tienen la menstruación, para que les informe sobre su cuerpo.

Los padres deben hablar de sexualidad a sus hijos y las madres, a sus hijas, ya que ambos se identifican con el progenitor del mismo sexo.

Si un hijo pequeño pregunta por el origen de su vida o un adolescente no sabe qué hacer con su deseo hay que informarles. Al pequeño hay que explicarle el acto sexual y al adolescente hay que asegurarle que los miedos son lógicos y que el encuentro sexual hay que hacerlo de forma segura. Junto a esta información, hay que decirle que el deseo de que naciera es lo que le trajo al mundo, y que el deseo de conocer al otro íntimamente, en el caso del adolescente, es el que le conduce a querer estar con él, y a que los miedos se vayan superando para disfrutar de la relación.

Françoise Dolto, psicoanalista de niños, recomienda contestar a la pregunta de los pequeños acerca de dónde vienen lo niños remitiéndose a su deseo de vivir: «Tu querías nacer y nosotros queríamos tener un hijo. Nos encontramos los tres y tú comenzaste a crecer en mi vientre». El acto sexual no lo explica todo. Si solo les contamos la esfera fisiológica, convertimos, según Dolto, al cuerpo en mera carne. De ahí la importancia de hablarles también de amor.
Qué podemos hacer:
Se debe contestar a sus preguntas de forma sencilla. Si creemos que es conveniente interrumpirles, hagámoslo sin sentirnos culpables.
Los libros infantiles pueden ayudar a los padres a explicarles cómo se produce la vida y la diferencia entre los sexos.
En la adolescencia debemos tomar un rol activo o, de lo contrario, buscan información en sus grupos de pares.

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