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El año 2017 ha empezado en Turquía como acabó el 2016. Mal. Un atacante disfrazado de Santa Claus entró a la 1.45 de la madrugada, hora local (23.45 en la España peninsular) en la elitista sala de fiestas Reina en Estambul, junto al Bósforo, y asesinó con un arma de largo alcance a 39 personas, entre ellos 16 extranjeros, según el ministro del Interior, Suleyman Soylu. Otras 40 resultaron heridas.
«Un terrorista martirizó a un policía que controlaba la puerta principal con un arma de largo alcance y mató a un civil antes de acceder a la sala y atacar a personas inocentes», había explicado antes el gobernador de la metrópolis turca, Vasip Sahin, citado por la agencia oficial Anatolia.
El gobernador añadió que se trata de un nuevo atentado terrorista, el vigésimo que ha sufrido Turquía en el último año, que ha dejado casi 200 muertos a manos de distintos grupos terroristas.
«Por desgracia, el atacante disparó de forma cruel y despiadada contra personas inocentes que estaban celebrando el Año Nuevo y disfrutando», agregó Sahin. En el momento del atentado había más de 500 personas en la sala de fiestas, según la cadena de televisión privada NTV.
Numerosos asistentes saltaron a las gélidas aguas del Bósforo para salvar sus vidas
La cadena local CNN Türk señaló que el atacante iba disfrazado de Santa Claus, y en un primer momento los medios turcos mencionaron que eran hasta cuatro terroristas vestidos de esta guisa. Sahin no desveló la identidad del atacante, y ningún grupo ha reivindicado el atentado de momento.

El Reina es un bar exclusivo donde acuden famosos y la élite secular turca, por lo que las medidas de seguridad suelen ser estrictas, pero en esta ocasión fallaron.
«Dispararon a todos con armas automáticas, eran tres o cuatro, dispararon en la cabeza a todos los que estaban vivos», señaló uno de los heridos, ingresado en el hospital del vecino distrito de Sisli, a la agencia turca de noticias Dogan.
El gobernador no informó del destino del asaltante. La zona fue acordonada de inmediato y sólo se permitió el acceso a las ambulancias.
Las autoridades turcas habían cancelado varios festejos públicos por el año nuevo debido al alto riesgo de ataques terroristas, que se ha intensificado por la ofensiva de Ankara en la ciudad siria de Al-Bab, uno de los enclaves del Estado Islámico (EI). Sólo en Estambul, unos 17.000 policías fueron desplegados, algunos precisamente disfrazados de Santa Claus o vendedores callejeros, para prevenir ataques, según la agencia Anatolia.
Fuentes de seguridad consultadas por El País indicaron que este nuevo ataque contra la élite liberal turca es característico del EI, y coincide con un nuevo mensaje del líder del grupo radical islamista, Abu Bakr al-Baghdadi, publicado la semana pasada, para atacar objetivos en Turquía.
Observadores independientes señalan también que las autoridades religiosas turcas habían prohibido celebrar el año nuevo por no ser una festividad musulmana. A mediados de diciembre, un policía fuera de servicio asesinó al embajador ruso en Ankara clamando venganza por las víctimas de Alepo, en Siria, aunque ningún grupo ha reivindicado este acto. En vísperas de Navidad, el Estado Islámico publicó un vídeo de dos soldados turcos quemados vivos que ha sido censurado por las autoridades turcas. Un periodista del Wall Street Journal en Turquía que compartió en Twitter imágenes gráficas fue detenido por supuesta divulgación de propaganda terrorista.
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