Esta madrugada falleció el Monseñor Ulises Casiano Vargas informo la Iglesia Catòlica de Mayaguez a este medio digital. El líder católico se caracterizo en el Oeste por tener serias diferencias en el pasado con lideres politicos.
A continuación una pequeña biografía del líder religioso:
Monseñor Ulises Aurelio Casiano Vargas es el menor de los tres hijos del matrimonio de Don Juan Ulises Casiano y Doña Juanita Vargas. Nació el 25 de septiembre de 1933 en el Barrio Palmarejo de Lajas. Más tarde su familia se mudó al sector La Haya de ese mismo municipio. Cursó estudios en su pueblo natal, los elementales e intermedios en la Escuela Luis Muñoz Rivera y los secundarios en la Academia San Luis dirigida por las Hermanas Josefinas de Brentwood.
Desde temprana edad siente el llamado al Sacerdocio, pero al concluir sus estudios de escuela superior ingresa en la Universidad Católica Santa María Reina de Ponce, donde se gradúa de Bachiller en Artes Liberales con concentración en Educación y Ciencias Sociales el año 1955. Se desempeña como maestro en el Colegio Ponceño de Varones de los Hermanos Marianistas durante seis años. Aquí deja su huella como educador, pues contribuye a la formación de un nutrido grupo de estudiantes. Maestro por vocación, tanto los estudiantes como los padres le distinguen por su labor magisterial. El Santo Padre, Juan Pablo II se lo recuerda con motivo de los veinticinco años de su ordenación episcopal en una carta fechada en Roma el 15 de marzo de 2001: «Siendo profesor de Lengua española fuiste llamado al seguimiento del Divino Maestro».
El ambiente religioso de su familia y, en particular, sus estudios con las Hermanas Josefinas y el contacto con la congregación religiosa de los Marianistas estimuló su vocación Sacerdotal. En el año 1961 ingresa en el Seminario Mayor Regina Cleri de la diócesis de Ponce para estudiar filosofía y teología. Cuatro años más tarde se traslada al Seminario Our Lady of the Angels, afiliado a la Universidad Niagara Falls en Albany, New York, donde concluye sus estudios teológicos.
El 30 de mayo de 1967 recibió la ordenación sacerdotal de manos de su Pastor, S.E.R. Monseñor Juan Fremiot Torres Oliver, Obispo de la Diócesis de Ponce. Lo designan como coadjutor de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen en Villalba, puesto que ocupa por tan solo tres meses, ya que lo envían a estudiar a la Universidad Católica de América en Washington, DC, en la cual se licencia en Derecho Canónico.
A su regreso, fue asignado a la Parroquia de la Playa de Ponce durante tres meses y, además, funge como Director del Colegio Nuestra Señora del Carmen. Luego se desempeña en la Parroquia San Isidro Labrador de Sabana Grande, en la que estuvo nueve meses. A su vez, desarrolla su celo pastoral como Director Diocesano de la Legión de María y de su Curia Juvenil. Amante de la música sacra, fue director del Coro de la Catedral ponceña durante cuatro años. Desde 1969 ocupa varios cargos importantes en la Curia de la Diócesis de Ponce, entre ellos el de Canciller, Vicario Episcopal de Pastoral y Vice oficial del Tribunal Eclesiástico, además de ser miembro de la Comisión de Pastoral de la Conferencia Episcopal Puertorriqueña. En el año 1970 el Papa Pablo VI le concede el título de Capellán de Su Santidad con el título de Monseñor.
La Diócesis de Mayagüez fue erigida el Io de marzo de 1976 mediante la Bula Qui Arcano Dei de Su Santidad, Pablo VI. Monseñor Casiano fue preconizado Obispo de la misma el 4 de marzo de ese mismo año cuando el Delegado Apostólico para Puerto Rico, Monseñor Giovanni Gravelli, junto al Cardenal Luis Aponte Martínez y otros obispos, anuncian su designación como Obispo de la nueva diócesis. De esta manera quedaba ligada la historia de la misma con la de su nuevo Obispo. Este hecho lo indica el propio Monseñor Casiano el 11 de enero de 1979 en ocasión de la primera ordenación sacerdotal de la diócesis, la del Padre Juan Rodríguez Orengo. En su homilía, después de mencionar las fechas de la erección de la Diócesis, de su ordenación episcopal y de esa histórica ordenación, expone: “Tres fechas y tres acontecimientos encadenados entre sí, que configuran la diócesis. Porque una diócesis no es una mera demarcación territorial gobernada por un obispo con la ayuda de sus colaboradores. Una Diócesis es una comunidad de creyentes en Jesucristo presidida por su Obispo y enriquecida con todos aquellos servicios y ministerios necesarios para su desarrollo, entre los que sobresale el sacerdocio.”
Recibió la ordenación episcopal el 30 de abril de 1976 de manos de su compueblano Luis Cardenal Aponte Martínez, quien ofició como Obispo consagrante acompañado por S.E.R. Monseñor Miguel Rodríguez C.SS.R., Obispo de Arecibo y S.E.R. Monseñor Fremiot Torres Oliver, Obispo de Ponce. La ceremonia tuvo que llevarse a cabo en el Coliseo del Recinto Universitario de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico para acomodar a las más de siete mil personas que acudieron a ella.
Al finalizar, Monseñor Casiano da las gracias y reconoce la ingente labor que le espera: “Al tomar posesión de esta nueva Diócesis, estoy consciente de que mi responsabilidad no es solamente la de ejercer la triple función de enseñar, santificar y gobernar, sino que, además, conlleva la difícil tarea de organizar una diócesis en su totalidad. Esta organización no consiste únicamente en levantar unas oficinas y procurarme una casa donde vivir, sino que es mucho más abarcadora, ya que se trata de organizar comunitariamente la actividad apostólica de todo el pueblo de Dios a nivel local.”
Días más tarde, el domingo, 2 de mayo toma posesión canónica de la Catedral Nuestra Señora de la Candelaria, de la Ciudad de Mayagüez. En esa ocasión, al resaltar la significación de la “incipiente historia” de la joven diócesis de Mayagüez, explica el significado de dicha ceremonia acompañado del Cardenal Aponte Martínez y varios obispos: “La preeminencia de la Iglesia Catedral sobre las demás Iglesias de la Diócesis podríamos decir que se deriva más bien de su función litúrgica especial. En ella se encuentra tanto la cátedra o silla, desde donde el Obispo enseña […] como así también la mesa del altar en donde ejerce su función de pontífice y presidente de la asamblea litúrgica.”
Después de esos días de expectación e ilusiones, comienza la realidad de su ingente trabajo pastoral, el organizar toda una diócesis. Si en algo se ha distinguido el Obispo de Mayagüez es por su celo pastoral. Desde su ordenación, se ha preocupado por sus sacerdotes y fieles. De aquí sus constantes visitas las parroquias pernoctando en ellas no sólo en las canónicas Visitas Pastorales, sino en las celebraciones solemnes de los Santos Patronos de las iglesias, en las festividades particulares de las parroquias y en los campamentos de verano organizados para los niños de la catequesis. El pueblo también lo ha visto en las misas de aguinaldo, en los aniversarios de la ordenación de sus Sacerdotes, en las peregrinaciones mañanas y, en ocasiones, sustituyendo a sus sacerdotes en las misas dominicales.
En todos los informes quinquenales a la Santa Sede, Monseñor Casiano insiste siempre en la escasez de sacerdotes que hay en la Diócesis. Precisamente esta ha sido una de sus preocupaciones y de sus prioridades. Desde su primera homilía como Pastor de la Diócesis en la toma de posesión de la Santa Iglesia Catedral, luego de indicar que ese día, por disposición del Santo Padre, se celebraba la Jomada Mundial de oraciones por las Vocaciones, insiste en la necesidad de sacerdotes para atender al pueblo de Dios: “Todos estamos conscientes de la crisis vocacional por la cual atraviesa esta Iglesia del post concilio y de la necesidad tan grande que tenemos de sacerdotes para atender a las almas […] No cabe duda de que el seminario es la Institución, dentro de la diócesis, que más cerca está del corazón del obispo, ya que él es como el invernadero en donde se cultivan, se preparan y crecen los futuros operarios de la viña del Señor.”
Esta preocupación por las vocaciones y sus sacerdotes, la manifiesta en su primera exhortación pastoral del 16 de septiembre de 1977, La diócesis necesita vocaciones. En esta carta describe la realidad de la nueva diócesis: «[…] en esta Iglesia local, hay mies abundante, unas 426,200 almas; pero los obreros son relativamente pocos, sesenta y dos en el ministerio y cuatro ya retirados lo que representa unas siete mil almas por cada Sacerdote». De estos Sacerdotes que menciona sólo cinco eran puertorriqueños. «Por lo tanto, ha llegado la hora de que todos, el Obispo, en primer lugar, los sacerdotes, religiosos, religiosas, educadores, padres de familia y demás fieles, seriamente tomemos conciencia de lo que nos dice el Concilio que «el deber de fomentar las vocaciones afecta a toda la comunidad de fieles, la cual ha de procurarlo ante todo con una vida plenamente cristiana.» Y esboza un plan a nivel diocesano y parroquial para fomentar las vocaciones sacerdotales y religiosas.
El mismo ha rendido sus frutos, porque cuando se erigió la Diócesis, los Sacerdotes nativos eran los menos y en el año 2010 constituyen el 66 por ciento del clero diocesano. Por eso el 21 de septiembre de 2001 con motivo de los veinticinco años de fundada la diócesis señala: “En este año jubilar de la fundación de la diócesis de Mayagüez y de mi ordenación episcopal, llenos de santa alegría, para asistir a la ordenación de un diácono permanente y de un sacerdote, primeros frutos de la labor pastoral vocacional para el tercer milenio. Por lo que podemos proclamar ¡Dios ha estado grande con nosotros y estamos alegres!”
El 30 de abril de 1978 organiza la Comisión de Vocaciones al Sacerdocio que se ocupa de la promoción en la diócesis y trabaja con los jóvenes en su orientación sacerdotal. Además, compromete a las familias a rezar por las vocaciones y contribuir al sostenimiento de los seminaristas. Ha dejado patente su celo por sus sacerdotes, entre otros hechos, en las homilías de las 54 ordenaciones sacerdotales que ha efectuado. Sus palabras han sido las de un pastor a sus hijos. El 19 de agosto de 1983 resaltaba lo que es el Sacerdocio Ministerial: “El Sacerdote es más que nada siervo y hombre para los demás, cuando actúa in persona Christi en la Eucaristía, guiando a la Iglesia en dicha celebración en la que se renueva el sacrificio de la cruz. Porque en el nuevo culto diario de la Iglesia se predica la Buena Nueva que los Apóstoles fueron enviados a proclamar en toda su plenitud: la obra de nuestra redención se actúa de nuevo.”
A sus Sacerdotes les recalca el significado de su entrega al inmolarse en su ministerio. El 29 de noviembre de 1982 indicaba: “[…] nuestra existencia sacerdotal no tiene sentido sin una completa fidelidad al Evangelio. Lo cual implica silencio y soledad, anonadamiento y cruz, servicio y donación. Implica el heroísmo de inmolar cotidianamente la vida. Es quizás más fácil inmolarla en un solo momento solemne de nuestra existencia, que irla consumiendo, poco a poco en los sencillo, en lo oculto, en la monotonía del diario vivir.” Y ante la realidad de una sociedad que mira con indiferencia al sacerdote y a la tentación de “falsificar la Palabra de Dios (2 Corintios 4,1)”, aconseja: “Por lo tanto, en el ejercicio de tu ministerio pastoral, da testimonio de Dios con tu propia vida. De palabra y con el ejemplo, enseña a los hombres cómo es aún posible la alegría y la esperanza, la fidelidad a la palabra empeñada, la inmolación diaria a la voluntad del Padre y la donación generosa a los hermanos. Es decir, muéstrales cómo para ganar la vida hay que perderla (Mateo 16, 25), cómo para comprar el Reino hay que venderlo todo (Mateo 13, 44- 46), cómo para ser fecundo hay que enterrarse (Juan 12, 24), cómo para entrar en la gloria hay que saborear la cruz (Lucas 24, 26), y cómo para amar de veras hay que aprender a dar la vida por los amigos (Juan 15, 13).”
En todas sus homilías de ordenaciones, insiste Monseñor Casiano en la necesidad de promocionar las vocaciones sacerdotales y rezar por ellas, asimismo, aconseja a sus sacerdotes, sobre todo a que no se desanimen ante la realidad que está viviendo la sociedad actual. El 27 de julio de 1990 les decía: “Sean fieles a su ministerio, a pesar de los escollos que habrán de encontrar a lo largo del camino. A todos nos llega la hora del agotamiento, de la desorientación, de la desilusión, aun a los más celosos y comprometidos. No hay por qué desmayar. Es nuestra participación en las horas de dolor del crucificado en el Monte de los Olivos. La solución no está en multiplicar nuestras actividades sino más bien acudir a la intimidad con Cristo, nuestro mejor amigo. Ya no os llamo siervos, sino amigos (Juan 15, 15). Al amigo se le puede confiar todo. Hay que tener confianza en Jesucristo, pues Él no nos abandona. Él sostiene nuestro ministerio. Creed en Él. Creed que Él espera todo de nosotros, del mismo modo que un amigo lo espera de su amigo.”
Asimismo en las homilías de la misa crismal, Monseñor Casiano no sólo ejerce su función ministerial de educador de la fe, ilustrando al pueblo en la significación litúrgica y sacramental, además de lo moral y doctrinal, también se identifica con sus sacerdotes y los exhorta a vivir su vocación y al pueblo a que los apoye y recen por ellos. El 5 de abril de 2004 le explica a su presbiterio: «Cristo nos ha llamado, de una manera peculiar, a participar en su sacerdocio. Toda vocación al ministerio sacerdotal es un don extraordinario del amor de Dios y, al mismo tiempo, un misterio profundo, que concierne a los inescrutables designios divinos y a los abismos de la conciencia humana.» Y el 14 de abril de 2003 les pedía que tuvieran compasión por las almas encomendadas a su cuidado especialmente en el sacramento de la Penitencia: «Conviene que el Sacerdote, asumiendo la actitud de Cristo, se incline con misericordia, como buen samaritano, sobre la humanidad herida, y muestre la novedad cristiana de la dimensión medicinal de la Penitencia, que está dirigida a sanar y a perdonar.»
La promoción y formación de los seglares ha sido una de las preocupaciones de Monseñor Casiano. Con este fin en el año 1978 estableció el Instituto Diocesano de Pastoral (IDIPA) en el cual cientos de agentes de pastoral se han formado. Las clases de este instituto, con una facultad de cinco profesores, están estructuradas de tal manera que a lo largo de tres años los participantes tengan una sólida formación en estudios bíblicos, teológicos y de acción pastoral. Para quienes terminan el curso existe un programa de estudios continuados.
En el plan pastoral de la Diócesis, reconoce que “Adolecer de adecuada catequesis es un mal endémico en la Iglesia puertorriqueña.” Por eso, organiza la catequesis diocesana y encomienda que se prepare un catecismo para la diócesis, cuya primera edición fue de 10,000 ejemplares. En la “Presentación” de dicho catecismo escribe el Obispo: “Desde mi ordenación episcopal, consciente de este mi sagrado deber de educador en la fe, ha sido mi constante preocupación y prioridad la de poder organizar la catequesis a nivel diocesano. A este fin, encargué al Departamento de Catequesis, la estructuración de un catecismo que, respondiendo a las necesidades más urgentes del momento, sirva a su vez para unificar la exposición esquemática de las verdades de la fe, adaptadas a la capacidad de los niños y adolescentes en nuestras veinticinco parroquias.”
El catecismo se estructuró en tres niveles: Pre Comunión, Comunión y Post Comunión. Al año siguiente, en la nueva edición de 20,000 ejemplares se hace a base de dos niveles: Iniciación a la fe y Madurez en la fe. Posteriormente en 1986 se publican 1,000 ejemplares de Catequesis progresiva. Guía del catequista para ayudarlos en su labor evangelizadora; tiene un trasfondo doctrinal de cada lección del libro y una hoja de actividades y la solución a la misma. Esta “Guia” lleva impreso unos 2,050 ejemplares.1 El catecismo de la diócesis lleva ya 8 ediciones con 62,000 ejemplares.
Monseñor Casiano ha tenido mucho celo por las celebraciones litúrgicas y la música sacra. Acorde con la Instrucción Musicam Sacram del Papa Pablo VI, de feliz memoria, publicada el 5 de marzo de 1967 y la Carta Pastoral de la Conferencia Episcopal Puertorriqueña del 9 de septiembre de 1980, En tomo a la música sagrada, organizó en ese último año un “Taller de Música Sacra y Liturgia” para orientar a los encargados de la animación litúrgica parroquial.
Diez años más tarde, los días 3 y 4 de marzo de 1990 organiza otro taller similar “a fin de dar una orientación sobre la relación de cantos apropiados en las celebraciones eucarísticas, teniendo en consideración los diversos ciclos, dentro del año litúrgico, y las partes de la Santa Misa.” En esta ocasión se incorporaron al adiestramiento no sólo a los directores de música, sino también a los miembros de los equipos de animación litúrgica de todas las parroquias. El 15 de mayo de ese mismo año, realizó un “Taller de Liturgia Eucarística” para los sacerdotes de la Diócesis sobre la celebración de la Eucaristía en el que se resaltó el roll sacerdotal en la misma. Pudiera resumirse el mismo: “el presidente debe saber cuándo y cómo delegar, porque presidir no es acaparar y ser un factótum”.
Esta preocupación también le llevó a escribir una exhortación pastoral »Sobre la celebración de la Navidad» en el Adviento 1976. En ella se ofrece una orientación sobre la auténtica celebración navideña. En sus palabras: “Lamentablemente la Navidad en Puerto Rico ha ido perdiendo aquel espíritu religioso que la caracterizaba. Los cambios abruptos en la apreciación de valores y la secularización de gran parte de la vida de nuestro pueblo han sido factores determinantes en este proceso.” Exhorta, pues, a que las tarjetas de felicitaciones tengan motivos religiosos, a manera de una catequesis de la fe que profesamos, a que la música sea de auténtico espíritu navideño, a que se coloque el pesebre en un lugar prominente y a que la Navidad se celebre en familia. “Para preparamos adecuadamente es necesario que recojamos interiormente a meditar con serenidad durante las próximas semanas sobre el misterio de la Encamación; a hacer actos de penitencia mediante la mortificación de nuestros sentidos y la práctica de la austeridad.”
Ante la alarmante noticia de que “Puerto Rico está entre los primeros diez países del mundo en consumo de bebidas alcohólicas y es el número uno en el consumo de espíritus destilados, bebidas fuertes”, escribe una carta pastoral »La moderación en el uso de bebidas alcohólicas» el 27 de noviembre de 1977, durante el primer domingo de Adviento. Al Obispo le duele que “lamentablemente hemos de admitir que, en nuestra sociedad puertorriqueña, el uso inmoderado del alcohol esté produciendo tantos estragos.” Recomienda la sobriedad o moderación en la bebida y en algunos casos la abstinencia de la misma, pues ello no está a tono no sólo con la celebración de la Navidad, sino con la vida personal.
En el mes de marzo de 1990, el entonces Obispo de la Diócesis de Arecibo, S.E.R. Monseñor Miguel Rodríguez, C.SS.R. dimite por cuestiones de salud. La Santa Sede nombra Administrador Apostólico de la misma a Monseñor Casiano, quien desde abril de 1990 hasta enero de 1992 funge como tal, pues el 4 de diciembre de 1992 es preconizado Obispo de Arecibo, Monseñor Iñaki Mallona Chertudi, CP y ordenado en San Pedro de Roma el 6 de enero de 1992.
Con motivo de las bodas de plata de su ordenación episcopal, el entonces Papa Juan Pablo II, de feliz memoria, le escribe a Monseñor Casiano una emotiva carta el 15 de marzo de 2001 en la que destaca algunos rasgos de su ministerio episcopal: «Entre lo que nosotros conocemos de tu personalidad, queremos resaltar tu empeño constante en la búsqueda de colaboradores y tu diligencia empleada en la formación permanente del clero así como en el fomento de las vocaciones sacerdotales: Trabajo sumamente necesario y constantemente laudable que cosechó abundantes frutos.» Y prosigue más adelante: «Tampoco podemos pasar por alto tu piedad, sana doctrina y fidelidad al Romano Pontífice y a la Sede Apostólica unidas a la caridad; virtudes que te granjearon la estima de tus fieles y de los Obispos de la Conferencia Episcopal de Puerto Rico, en la que desempeñaste diversos cargos, y en la que también fuiste un Presidente sabio y prudente.»
Consciente de que la familia es la célula básica de la sociedad y la “iglesia doméstica”, Monseñor Casiano desarrolló un plan de pastoral familiar , después de meses de consulta y reflexión en las parroquias. Acentuó la necesidad de una atención especial a ello: “Nuestra Iglesia local de Mayagüez tiene como prioridad la pastoral por la familia, con la familia y para la familia”. Luego de cinco meses de talleres sobre «el matrimonio y la familia» en los que se discutieron documentos pontificios sobre este tema y un pre congreso, se celebró el primer Congreso de la Familia en la Diócesis y proclamó el año 2008 como el “Año de la Familia”, a fin de: “[…] profundizar, en todos los niveles, la doctrina sólida y la verdad irreductible sobre esta institución natural de la familia”.
El Primer Congreso Diocesano de la Familia se celebró en la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez, del 18 al 21 de abril de 2008. Al éste finalizar Monseñor Casiano volvió a comprometerse en la pastoral familiar y organizar la misma: “[…] espero fortalecer el compromiso con la familia y profundizar sobre la visión y misión de lo que es la familia: como transmisora de la fe, como fundamento de la sociedad y como escuela de humanidad. Al formalizar las Comisiones Parroquiales y Diocesanas de Matrimonio y Familia, como parte del proyecto de Pastoral Matrimonial y Familiar las parroquias contarán con grupos de feligreses que se especialicen en el servicio de la familia”.
Como educador que es y cumpliendo su misión de maestro de la fe, Monseñor Casiano está consciente de la importancia de la cultura al momento de presentar el mensaje evangélico y, en particular, la importancia de la Iglesia en la forja de la cultura puertorriqueña no exenta de luces y sombras: “la Iglesia Católica ha estado presente en el alumbramiento y desarrollo de la cultura puertorriqueña. Esta presencia no ha estado libre de ambigüedades y fallas. Lo reconozco con humildad.” Por esa razón insiste en que: “Toda evangelización auténtica es evangelización de la cultura y a partir de la cultura. Sólo asumiendo los valores positivos, el lenguaje y los símbolos de un pueblo puede la evangelización llegar a lo más profundo del alma.” Ofrece, entonces, una metodología a los agentes de pastoral y les recalca la importancia que tiene el conocer la cultura y sus valores para manifestar el mensaje de salvación: “La evangelización debe asumir los valores propios de nuestro pueblo que son de auténtico cuño evangélico. Algunos de estos valores son: la hospitalidad, la generosidad, la fraternidad, los vínculos de familia y amistad, etc. Sólo partiendo de los valores del pueblo se puede edificar la comunidad cristiana y contribuir a una sociedad más humana.”
Reforzando su interés por la cultura y la fe, Monseñor Casiano propuso “[…] un turismo religioso o una peregrinación de fe que hoy presentamos en este libro para que nuestros amados hijos e hijas puedan profundizar tanto en su acervo cultural y religioso como en el fortalecimiento de su vida espiritual.” La diócesis tiene una serie de monumentos históricos que representan monumentos de la cultura enraizados en la fe: “Con este peregrinar de fe, que también es cultural, proponemos una labor de pedagogía pastoral (Puebla, 457-459) en la que nuestro pueblo cobre conciencia de los principios evangélicos. Mediante el bautismo nos hemos comprometido a procurar que la fe plenamente anunciada, pensada y vivida, llegue a hacerse cultura. De esta forma podemos hablar de una cultura cristiana cuando el sentir común de un ‘J1 pueblo ha sido penetrado por la fe (Medellín, 229)”.
La Diócesis adquirió una propiedad de tres cuerdas con dos espaciosos edificios de cuatro pisos cada uno. De ellos, uno sirve de obispado con todas las oficinas diocesanas y salones de conferencias. El otro sirve de casa de retiros y alberga también los estudios de radio y televisión. En la extensa propiedad se ha edificado un anfiteatro, o cancha bajo techo, con capacidad para 600 personas sentadas. En San Germán se levanta un nuevo hospital de la Diócesis a un costo de 37 millones de dólares, una torre médica de 10 millones y otra finca de 12 cuerdas con un valor de 400,000 dólares. Otro centro para juventudes se construye en Aguadilla a un costo de cuatro millones de dólares. Un magno Vía Crucis en los predios del Obispado valorado en 100,000 dólares. Se han restaurado antiguas Iglesias como las de Moca, San Germán y la Catedral, también se han construido y remodelado otras parroquias como Nuestra Señora de Fátima, la Resurrección y la Ascensión en Mayagüez, Protomártires de Espinar en Aguada, la Milagrosa en Aguadilla, San Antonio Abad en Añasco, Nuestra Señora del Rosario en el Rosario y San Isidro Labrador en Sabana Grande.
Un rasgo de la personalidad del Obispo que el pueblo siempre resalta es su sencillez, porque comparte con todos en forma amena. Los seminarista de la diócesis, tras realizarle una entrevista para El Visitante (14 de enero de 2011) señalan: «Buen sentido del humor, jovialidad y firmeza son parte de las cualidades que descubrimos en Monseñor Ulises.» Una reportera de El Visitante describe a Monseñor Casiano de la siguiente forma: «De una auténtica jovialidad y con un buen sentido del humor, desarrolló una particular empatia con niños y jóvenes. Siempre mirándolos con esperanza e instándolos a asumir nuevas responsabilidades para el bien de la sociedad civil y eclesial».
Monseñor Josef Wesoloski, Delegado Apostólico de Su Santidad dice del Obispo de Mayagüez: «Monseñor Casiano siempre es recordado con mucha estima y distinción, por su total entrega a su misión pastoral, su humildad, por su sincero y directo trato con las personas y por su inigualable manera de ser.» Y Monseñor Rubén González Medina, CMF, Obispo de Caguas y Presidente de la CEP afirma que «[…] se ha distinguido por ser un hombre sencillo y de gran corazón, bondadoso y noble. Enamorado de la Virgen de la Monserrate […] Siempre sonriente, a pesar de las dificultades, alegre y jovial, cariñoso y firme […]».
Monseñor Casiano ha ocupado, además, los siguientes cargos, tanto en la Conferencia Episcopal Puertorriqueña como en la Pontificia Universidad Católica y el Hospital de la Concepción en San Germán.
Presidente de las Obras Misionales Pontificias (1978-1979).
Presidente de la Comisión del Diaconado Permanente y Ministerios (1978-1979).
Presidente se la Junta de Síndicos del Hospital de la Concepción de San Germán (1978- 2010).
Miembro de la Junta de Síndicos de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico (1978-2000).
Presidente de la Junta de Síndicos de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico (2001-2010).
Miembro del Comité Ejecutivo de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico (1994-2001).
Presidente del Departamento de Movimientos y Apostolado Seglar de la Conferencia Episcopal Puertorriqueña (1980-2010).
Miembro del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal Puertorriqueña (1984- 2002).
Miembro del Secretariado Interdiocesano de Educación Católica (SIEC) (1984-2010).
Miembro de la Conferencia Episcopal Puertorriqueña-Conferencia de Religiosos de Puerto Rico (1984-2002).
Vicepresidente de la Conferencia Episcopal Puertorriqueña (1993-1997).
Presidente de la Conferencia Episcopal Puertorriqueña (1998-2000).
Presidente de la Comisión Pastoral Evangelizadora de la Conferencia Episcopal Puertorriqueña (1994-2010).
Miembro de la Conferencia Episcopal Puertorriqueña (2001-2010).
Entrevistado por El Visitante con motivo de los treinta y cinco años de fundación de la diócesis, Monseñor Casiano indica que al Nuncio Apostólico, Monseñor Josef Wesoloski: «Le solicité que, aunque ya tengo la edad para mi retiro, que me permita estar hasta diciembre para concluir unos proyectos.» Sin embargo, Monseñor Casiano estuvo muy afectado de salud y el 11 de julio de 2011, Monseñor Rubén González, CMF, Presidente de la CEP presentó al que será el nuevo Obispo de la diócesis de Mayagüez, Monseñor Alvaro Corrada del Río, quien tomará posesión el 12 de septiembre de ese año.
No ha sido fácil el trabajo de Monseñor Ulises Casiano de organizar una diócesis. En la actualidad deja el Obispado con todas sus dependencias, ha organizado el Tribunal Eclesiástico, para lo cual uno de sus sacerdotes se doctoró en Derecho Canónico, se ha ocupado de las finanzas, de los lugares de culto, de manera especial del «pasto espiritual» de todos los fieles a él encomendado. «Cuando me retire [ha dicho] me iré a mi casa de Lajas. Seré con orgullo Obispo Emérito, en la mayor disposición de seguir laborando en la comunidad. Quiero ayudar en las parroquias como mejor pueda. Estaré sin duda involucrándome con la juventud y con la Academia San Luis.» Monseñor Casiano será recordado por sus diocesanos por ser un Obispo pastor que compartió con todo el mundo llevando las enseñanzas del Evangelio.