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Desde pequeños siempre nos han amenazado con que comer muchas chucherías podría producirnos caries, pero lo que nunca sospechamos es que algunos químicos del plástico también podrían ser perjudiciales.
Un estudio presentado en el European Congress of Endocrinology se centró en cómo algunas sustancias químicas provenientes de plásticos o los fungicidas afectan al esmalte dental, la capa exterior resistente de los dientes que los protege de cualquier daño.
Para ver el efecto que pueden causar estos productos, los investigadores administraron a las ratas de laboratorio una dosis de un fungicida común que a menudo se encuentra en verduras y frutas como frambuesas, kiwi, lechuga y cebollas.
Y también les dieron un producto químico industrial de uso frecuente en los plásticos de las botellas de agua y en otros envases de alimentos. En ambos casos las dosis fueron equivalentes a las que estaría expuesto un ser humano desde su nacimiento hasta los 30 días de vida.
Cambios en los genes
Después de tomar muestras de los dientes de las ratas descubrieron que la expresión de los genes involucrados en la mineralización de los dientes, y por consiguiente a reforzar el esmalte, había cambiado debido a la exposición de estas sustancias.
Por ello, los investigadores pensaron que podría afectar más a los niños, ya que sus dientes todavía están en desarrollo. Y por tanto tienen más riesgo de sufrir hipomineralización de los incisivos, lo que hace que puedan tener dolores, sensibilidad, un esmalte debilitado y en consecuencia, mayor riesgo de sufrir caries.
Según el Dr. Elias Casals Peidró, odontólogo del Col·legi Oficial d’Odontòlegs i Estomatòlegs de Catalunya, la hipótesis que plantea el estudio es plausible, pero no tenemos la seguridad de que se produzca realmente en niños.
“Ciertamente, el número de casos de hipomineralización de incisivos y molares en niños es actualmente elevado, y este tipo de lesiones no era nada habitual hace unas décadas. Desconocemos a día de hoy la causa de esta patología, pero los disruptores hormonales podrían influir en ella, ya que sabemos que su efecto es mayor entre los más pequeños al estar en fase de crecimiento”, asegura el experto.
Los disruptores endocrinos
Estas sustancias químicas se conocen con el nombre de disruptores endocrinos. Se trata de sustancias químicas artificiales o naturales que, por su pequeño tamaño, tienen efectos hormonales y se encuentran en múltiples productos. Hoy en día es imposible no estar expuesto a ellos.
“Podemos entrar en contacto con ellos a través de la inhalación de partículas, la ingesta de comida y agua que estén contaminadas o a través del contacto con nuestra piel. Se encuentran en los plásticos y en otros productos como los pesticidas de uso habitual e insecticidas de uso doméstico, cosméticos, cremas, perfumes, desodorantes, productos para el pelo, geles, champús, pasta de dientes, protectores solares, medicamentos o metales pesados como el plomo, arsénico, mercurio o cadmio”, señala Casals Peidró.
En la segunda parte del estudio, una vez habían comprobado su efecto negativo sobre el esmalte, se dieron cuenta de que las hormonas sexuales como la testosterona o los estrógenos impulsaban el desarrollo del esmalte.
Sin embargo, los disruptores menoscaban el efecto de las hormonas y por tanto, de forma indirecta, debilitan el esmalte.
¿Por qué debemos cuidar el esmalte de los niños?
Durante el tercer trimestre del embarazo ya empiezan a formarse los dientes, un proceso que continúa hasta los cinco años de edad, aunque algunos de ellos no salen hasta pasados los 12 años.
Por ello, si durante esta etapa evitamos estar expuestos a los disruptores endocrinos, podríamos minimizar el riesgo.
“Las lesiones de caries son muy frecuentes entre los niños y uno de cada cinco, a los tres años, ya tiene una lesión que requiere tratamiento restaurador. Para mantener una boca sana y funcional debemos evitar las lesiones de caries”, indica el odontólogo.
Como dato esperanzador, el experto asegura que en la actualidad la mitad de los niños españoles de 12 años no tienen ninguna lesión de caries en sus dientes permanentes.
“Todos los dientes tienen como objetivo una masticación correcta a través de nuestra vida. Si esta función es incorrecta, se inician problemas que podrán comportar una mala alimentación, dolor, molestias e infecciones”.
“La pérdida prematura de un diente de leche puede comportar el desplazamiento del resto, creando la necesidad de un tratamiento de ortodoncia posterior. El objetivo debe ser prevenir el daño, evitar la lesión de caries en primer lugar y si la lesión requiere tratamiento restaurador con un empaste, arreglarlo rápidamente para evitar problemas de mayor envergadura”, concluye Casals Peidró.

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