¿Estás en plena crisis de los 30 o de los 40? No te preocupes, es completamente normal. Lo mejor es que la sensación de desánimo y desolación sin razón aparente termina a los 50, imaginamos que es porque uno se resigna ya a vivir la vida que te ha tocado o ha elegido. A partir de ahí, te esperan treinta años de felicidad en los que puedes disfrutar realmente de la vida.
Al menos, así lo asegura el investigador estadounidense Jonathan Rauch, que ha escrito un libro explicando su teoría: ‘La curva de la felicidad: por qué la vida mejora después de los 50‘. El concepto de la curva de la felicidad se expuso por primera vez en un estudio de los economistas David Blanchflower y Andrew Osvald. Ahora, Rauch lo ha ampliado analizando experiencias personales y entrevistando a psicólogos o neurocientíficos.
Las conclusiones a las que ha llegado son claras: «La edad suele trabajar a favor de la felicidad. Y lo más extraño es que la crisis de la mediana edad suele deberse a nada«, comenta el escritor en una entrevista a The Guardian. Por tanto, según sus investigaciones, no hay una razón aparente para estar cada vez más deprimido conforme pasan los años. Simplemente se debe al paso del tiempo. No obstante, hay personas con más posibilidades de sufrir esta crisis, como explica Rauch.
«Aquellos que notan más el paso del tiempo son los que tienen una vida sin demasiados cambios o dificultades. Parece que las cosas les van bien así, están alcanzando sus metas y no hay mucho cambio. Pero piensan, ‘¿por qué no estoy tan satisfecho?, ¿por qué esta sensación sigue año tras año? ¿Por qué me da la sensación de que voy a peor y no a mejor? Algo debe de ir mal en mi vida’. En realidad no hay nada malo en tu vida, simplemente estás sintiendo los efectos del paso del tiempo mientras que hay otros con vidas más turbulentas que no lo notan tanto».
La frustración por no cumplir las expectativas de la juventud, un posible motivo de la crisis
Por tanto, la curva de la felicidad en nuestra vida queda así: tras pasar la veintena y acercarse a la treintena, la dicha se torna en desazón, que se agudiza al traspasar la barrera de los 40. Es ahí cuando tocamos fondo, para recuperarnos a partir de los 50 y seguir en tendencia ascendente durante los siguientes treinta años. Esta circunstancia, claro está, puede variar en caso de divorcio, accidente, enfermedad o situaciones por el estilo.
Aunque Rauch subraya que la pesadumbre entre los 30 y 50 forma parte del ciclo de la vida y lo mejor es no retroalimentarnos en nuestra desdicha, admite que la depresión se debe en gran parte a la frustración por no haber cumplido nuestros sueños de juventud, o que estos no fueran tal y como los esperábamos:
«Aspiramos a lo máximo cuando estamos en la juventud. Tenemos la ambición de estar en la cima del mundo, de tener un gran trabajo, un excelente matrimonio y mucho dinero, o directamente lograr algún tipo de grandeza».
Con el paso de los años, vemos que nuestros objetivos en la vida son más difíciles de conseguir de lo que creíamos. «Incluso si vamos por el buen camino, estamos tan ocupados y con tanta ambición por obtener más y más que no nos paramos a ver lo tenemos», recalca el investigador estadounidense. «No sentimos la satisfacción con la que soñamos de jóvenes, por lo que nos preguntamos si algo está yendo mal en nuestras vidas».
Al hacernos mayores, esa sensación disminuye, lo que repercute positivamente en nuestra felicidad. Para todos aquellos que todavía se encuentren en la etapa previa, Rauch les aconseja hablar con amigos sobre el tema con total normalidad, y evitar las comparaciones con otras personas. Si todavía persisten los síntomas, el escritor recomienda «darte tiempo hasta que se pase». Hasta llegar a los 50, aproximadamente.