papas

 

 

Las papas son un popular alimento básico de la dieta estadounidense, pero comerlas en exceso (hervidas, al horno, en puré o fritas) podría aumentar el riesgo de hipertensión, sugiere un nuevo estudio.

Consumir cuatro o más porciones de papas a la semana se vinculó con un aumento en el riesgo de hipertensión (de un 11 por ciento con las papas al horno, hervidas o hechas puré, y de un 17 por ciento con las fritas), en comparación con comer menos de una porción al mes. Sorprendentemente, las papitas fritas no parecieron aumentar el riesgo, informaron los investigadores de la Universidad de Harvard.

Consumir cuatro o más porciones de papas a la semana se vinculó con un aumento en el riesgo de hipertensión (de un 11 por ciento con las papas al horno, hervidas o hechas puré, y de un 17 por ciento con las fritas), en comparación con comer menos de una porción al mes. Sorprendentemente, las papitas fritas no parecieron aumentar el riesgo, informaron los investigadores de la Universidad de Harvard.

«Esperamos que nuestro estudio continúe la conversación sobre las papas y el riesgo de hipertensión y otras enfermedades», apuntó la investigadora líder, la Dra. Lea Borgi, de la división renal del Hospital Brigham and Women’s, en Boston.

Pero una dietista que no participó en la investigación sugirió que no se debe culpar a las papas, sino a lo que la gente les pone, como crema agria y tocineta.

En el estudio, Borgi y sus colaboradores siguieron a más de 187,000 hombres y mujeres que participaron en tres grandes estudios de EE. UU. durante más de 20 años. En ese tiempo, los participantes completaron cuestionarios sobre su dieta. Ninguno de los participantes tenía hipertensión al inicio del estudio.

Las papas tienen lo que se conoce como un índice glucémico alto, en comparación con otras verduras. Y eso puede provocar un aumento marcado en el azúcar en la sangre, lo que podría explicar los hallazgos, según Borgi. El índice glucémico mide la forma en que los carbohidratos aumentan el azúcar en sangre.

Borgi apuntó que este estudio no probó que las papas provocaran hipertensión, sino solo que parecen asociarse con un riesgo más alto.

Sin embargo, los investigadores sugirieron que reemplazar una porción al día de papas con una verdura no almidonada podría reducir el riesgo de hipertensión.

Debido a su alto contenido de potasio, las papas se incluyeron hace poco como verduras en el programa de comidas saludables del gobierno de EE. UU., anotaron los investigadores.

«Nuestros hallazgos tienen ramificaciones de salud pública potencialmente importantes, ya que no respaldan los beneficios de salud de incluir a las papas en los programas de alimentación del gobierno», comentó Borgi.

El informe aparece en la edición del 17 de mayo de la revista BMJ.

Una experta en nutrición dijo que el problema no son las papas, sino más bien las cosas que las personas les echan.

«Una vez más, la reputación de la pobre papa se ve mancillada con este estudio», lamentó Samantha Heller, nutricionista clínica principal del Centro Médico de la Universidad de Nueva York, en esa ciudad.

Las papas han sido un alimento básico en las dietas humanas durante siglos, mucho antes de que la hipertensión fuese el problema que es hoy en día, comentó.

«En promedio, los estadounidenses comieron casi 50 libras (casi 23 kilos) de papas por persona en 2013, la mayor parte en forma de papas fritas», dijo Heller. «Como dietista, ni siquiera estoy segura de poder clasificar las papas fritas comerciales como papas. Las han transformado en palitos de grasa, sal, grasas trans y quién sabe qué más», advirtió.

Y aunque las papas son una buena fuente de vitamina C, potasio, minerales, energía y fibra (si no se pelan), la realidad es que la mayoría de los estadounidenses comen papas llenas de sal, bañadas en mantequilla o ahogadas en crema agria, queso y trocitos de tocineta, dijo Heller.

«No sorprende que los investigadores hallaran que un consumo alto se asociaba con una mala salud», comentó.

Pero las papas pueden ser una parte saludable de una dieta equilibrada, aseguró Heller.

«Se puede hacer puré de papas con aceite de oliva, leche desnatada o leche de soya, y añadir una mezcla de hierbas y especias. Yo no pelo las papas, y añado una mezcla de verduras, como espinacas saltadas y ajo», dijo.

Las patatas al horno también son magníficas con salsa, aseguró Heller.

«Pero tenga cuidado con las porciones», añadió. «Por ejemplo, las papas rojas de hoy día pueden ser inmensas. Alterne las papas con otros granos almidonados, como el arroz o la pasta integrales. Y recuerde que los alimentos almidonados deben conformar solo una cuarta parte de su plato».

HealthDay News intentó sin éxito contactar con el Consejo Nacional de las Papas (National Potato Council) para que realizara un comentario sobre el estudio.

 

Share Button