La lactancia materna es la forma ideal de alimento del recién nacido de forma exclusiva hasta los 6 meses de edad, y según recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS) hasta los dos años o hasta que la madre o el bebé así lo decidan. Según los especialistas, tiene una gran cantidad de beneficios tanto para la mujer como para el bebé; disminuye el riesgo de obesidad y diabetes en el niño, mejora su sistema inmunitario, establece una relación de apego materno-filial, reduce el riesgo de cáncer de mama en la madre y genera una menor cantidad de residuos y consumo energético desde el punto de vista ambiental que la lactancia artificial.
Sin embargo, como todo proceso fisiológico, puede verse afectado por alguna patología o trastorno. En este caso la importancia del problema es doble, ya que no solo puede afectar a la mujer sino que también puede impactar en la salud del bebé, que naturalmente es más frágil.
La patología más conocida dentro de este grupo es la mastitis, que es una inflamación de uno o varios lóbulos de la mama, acompañada o no de infección. Es importante aclarar que la mastitis es una afección que suele afectar a las mujeres durante la lactancia, pero que también puede aparecer en cualquier otro período de la vida. En ambos casos la sintomatología y el tratamiento son iguales.
Los signos y síntomas de la mastitis, en general, aparecen de forma repentina. La sensibilidad en las mamas o sensación de calor al tacto, en conjunto con la hinchazón y el engrosamiento del tejido mamario o un bulto en la mama, se encuentran entre los síntomas más comunes. Además, este trastorno suele manifestarse con dolor o sensación de ardor de forma continua o durante la lactancia, enrojecimiento de la piel, malestar general y fiebre alta. ¿Cuál es la causa de la mastitis?
La leche que queda retenida en la mama es la causa principal de esta afección, aunque también puede haber otras causas. Esto implica que si la mama no se vacía completamente en cada toma, se puede obstruir uno de los conductos mamarios. Las bacterias que ingresan en la mama son otra de las posibles causas de mastitis.
Los gérmenes se pueden encontrar en la superficie de la piel y de la boca del bebé, de modo que al momento de la alimentación del niño pueden ingresar en los conductos mamarios a través de una grieta en la piel del pezón o una abertura en el conducto mamario. Por su parte, la leche estancada en una mama que no se vacía se convierte en un caldo de cultivo para las bacterias.
Al igual que sucede con otras enfermedades hay un grupo de personas que tienen más probabilidades de padecer esta afección. Haber tenido mastitis en otro momento de la lactancia, tener los pezones lastimados o agrietados, y el uso de corpiño y ropa ajustada puede aumentar el riesgo de desarrollar esta patología. Asimismo, una técnica de lactancia inadecuada, el cansancio o el estrés excesivos, la nutrición deficiente y el tabaquismo también pueden incrementar las probabilidades de padecer mastitis.Tal como se mencionó anteriormente, además de la mastitis hay otras afecciones que pueden aparecer durante el período de lactancia.
El absceso mamario es uno de ellos, que en realidad constituye una complicación de la mastitis por un tratamiento inadecuado o tardío. Los síntomas son similares a los de la mastitis, aunque el dolor suele ser más intenso. Si no se hizo hasta el momento, es importante acudir a un servicio de urgencias para recibir que un especialista pueda evaluar la situación de la paciente. En la mayoría de los casos suele ser necesario drenar el contenido del absceso, un proceso que puede ser doloroso pero que ayudará a curar la mama y a poder retornar a la lactancia regular.
La obstrucción de un conducto lácteo también puede aparecer durante el período de lactancia como un efecto negativo; es una consecuencia del vaciado defectuoso o ineficaz de un lóbulo mamario.
En general, se siente un bulto doloroso en el pecho y enrojecimiento de la zona afectada, aunque no suele presentar síntomas generales en la mujer. Para tratarlo, se recomienda aumentar la frecuencia de las tomas, aplicar calor en la zona y masajear el área afectada antes de cada toma.
Al mismo tiempo, se aconseja extraer la leche con sacaleches si el bebé no vacía bien el pecho.
Por último, es necesario mencionar a la candidiasis como una de las complicaciones de la lactancia. Si afecta sólo al pezón se caracteriza por la presencia de eritema o zonas blancas en el mismo. Sin embargo, si se extiende al interior de los conductos galactóforos, se acompaña de dolor intenso durante la toma que no desaparece cuando el bebé suelta el pecho.La candidiasis es una infección producida por un hongo, que además puede afectar al bebé cuando se pone en contacto con la mama de la madre. Al mismo tiempo, cabe mencionar que en muchos casos cuando la mujer se cura quizá el bebé aún tiene el hongo en su boca y vuelve a contagiarla, por lo que el tratamiento y la cura de esta afección puede ser dificultosa.