Papa-Francisco-en-Coliseo

 

 

El Papa ha encabezado el Viacrucis en Roma desde un palco habilitado en el Monte Palatino, justo delante del Coliseo Romano y ha clamado “vergüenza” por la “sangre inocente” que viene derramada en el mundo de mujeres, niños e inmigrantes.
“Vergüenza por las imágenes de devastación, de destrucción y de naufragio que se han convertido en algo ordinario en nuestra vida. Vergüenza por la sangre inocente que cotidianamente viene versado de mujeres, de niños, de inmigrantes y de personas perseguidas por el color de su piel, por su pertenencia étnica, social o por su fe”, ha recalcado en un discurso totalmente improvisado ante unas 20.000 personas en el Coliseo.
“Vergüenza por las muchas veces que como Pedro y Judas te hemos traicionado y vendido, dejado solo a morir por nuestros pecados escapando como cobardes. Vergüenza por nuestro silencio ante las injusticias, nuestras manos perezosas en el dar y ávidas en el arrancar y en el conquistar”, ha agregado.
El Pontífice ha hecho hincapié en que los hombres se acercan a Dios “con la mirada bajada por la vergüenza y el corazón lleno de esperanza” y se ha referido también a los escándalos de la Iglesia.
“Vergüenza por todas las veces que todos nosotros obispos, sacerdotes, consagrados hemos escandalizado y herido tu cuerpo y la Iglesia que hemos olvidado nuestro primer amor y nuestro primer entusiasmo; nuestra total disponibilidad dejando oxidar nuestro corazón y nuestra consagración”, ha señalado.

El Papa encabezó la ceremonia del Via Crucis en el Coliseo de Roma.
“Vergüenza por nuestra voz gritando en el defender nuestros intereses y tímida en el defender el de los demás, por nuestros pies veloces en el camino del mal y paralizados sobre el bien”, ha añadido.
Sin embargo, el Papa Francisco ha destacado la esperanza de los católicos en que Dios trate según los “méritos”, sino según la “abundancia” de su “misericordia”. “El bien vencerá, no obstante, su aparente derrota”, ha acotado a continuación.
Para los católicos, el Viernes Santo es el segundo día del Triduo Pascual, dedicado a la meditación sobre la Pasión de Cristo. Las campanas no suenan en señal de luto y no se celebra la eucaristía. Se recuerda la crucifixión y muerte de Jesús con la Liturgia de la Palabra, la adoración de la Cruz y el rito de la Comunión.

Share Button