A veces pasa: desayunas fuerte (imagínate un brunch o similar), a mediodía tienes una comida de amigos (y vuelves a darlo todo) y, al llegar la noche, sientes que no te entra ni un cacahuete. Ni medio cacahuete. Ni el polvillo que deja un cacahuete en una bolsa vacía… Y decides no comer. Nada. N-A-D-A. Lo haces con el objetivo de que tu cuerpo vuelva a ser el que era y de que, al día siguiente, tu empacho haya desaparecido.
Pero esta decisión no le sale gratis a tu cuerpo. Puede que pienses, “bah, ¿qué puede importar que me salte una comida? Me salen el jamón ibérico y los huevos benedictine por las orejas”. Pues sí que hay consencuencias. Así lo vive tu body.
Aparece la niebla en tu cerebro. Uhhh, de repente, el aporte de glucosa que tu cerebro esperaba para funcionar no llega y comienza el mal rollo. Empiezas a sentirte más espeso, con menos capacidad de concentración y ves las cosas menos claras. De repente, alguien te pregunta algo sencillo y no sabes qué responderle. Es en plan, “¿Dónde has aparcado tu coche?”. Y sueltas un “ni idea” que da un poco de miedo.
Comienzas a ponerte de mal humor. El mismo bajón de glucosa lleva a que se dispare la cantidad de cortisol y adrenalina en tu torrente sanguíneo, con lo que te conviertes en una persona gruñona e irritable, al menos mientras el ‘ayuno’ continúe. Sí, al final somos como animales y, por tanto, reaccionamos de manera instintiva a estas situaciones.
Acabas pecando con comida basura. Empiezas diciéndote a ti mismo que no vas a comer “en una semana” (aunque solo vayas a saltarte una comida) y, de repente, cuando ya ha pasado la hora del almuerzo, a media tarde, descubres una bolsa de patatas fritas en tu armario. Y cae. Vaya si cae. O sea que al final no has hecho nada.
¡Engordas! El cuerpo no sabe qué tipo de decisión acabas de tomar: solo se ha dado cuenta de que no le llega comida (cuando es la hora habitual para que esto suceda) y, por tanto, decide entrar en ‘modo supervivencia’, ralentizando el metabolismo. De esta manera, lo que ocurre es que tardarás más tiempo en perder ese kilo de más que te has puesto después de un par de comilonas seguidas.