Desde niño, Kristopher E. Santiago Pérez tenía muy claro que quería completar dos sueños: ser Ingeniero y estudiar en el Recinto Universitario de Mayagüez (RUM). Ayer viernes, 10 de junio, tras varios años de perseverancia, con un imparable espíritu guerrero, logró graduarse de Ingeniería Química (INQU) en la centésima segunda graduación del Colegio.
El joven de 26 años, paciente de distrofia muscular progresiva, desfiló con su toga verde colegial que cubría un llamativa camiseta con el mensaje: ¡Al fin ingeniero Santiago!
«Es un logro al fin terminar la carrera, seguir hacia adelante y demostrarle a mucha gente, que pude. Muchos me preguntaban qué estudiaba y cuando les decía Ingeniería, me veían con una cara de: ¿cómo? ¿qué haces?, hasta me sugerían que me cambiara a una concentración más fácil, y yo les decía: ‘lo voy a hacer, lo voy a hacer’ «, narró Kristopher.
La vida universitaria de por sí conlleva cambios y retos, estos eran mayores para él, por sus problemas de movilidad. Sin embargo, tampoco lo detuvo en la misión de llegar a su objetivo de ser colegial.
«Yo empecé en el 2007, estudiando Biología en la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Aguadilla, pero mi meta siempre había sido estudiar Ingeniería Química (INQU) en el Colegio. Así que luego de tomar las clases generales allá, solicité para trasladarme al Colegio, y me dio mucho emoción cuando recibí la carta que decía que estaba aceptado», narró.
Fue así que en el 2010, comenzó en el recinto mayagüezano de la UPR. Al principio, según indicó, la adaptación fue fuerte, por tratarse de un viaje más largo desde su residencia. Esto tampoco lo frenó.
«Conllevó mucho sacrificio personal. ¡Al fin lo logré, después de tanto tiempo!», expresó.
Precisamente, Kristopher se mostró muy agradecido por su red de apoyo, ángeles en la tierra que han facilitado su proceso educativo.
«Es mucha gente, una lista inmensa, a mi asistente Aurora, mi madre, mis profesores, y especialmente a la Universidad que me ha ayudado bastante», sostuvo.
De hecho, su madre Mayda Pérez Pérez, dijo sentirse ‘megaorgullosa’ de su hijo mayor, quien cumple años el próximo 28 de junio.
«Él tiene muchas metas en su mente y logró uno de sus sueños. Yo voy a él, es mi inspiración día a día, porque si él puede, yo también puedo. Dios me envió dos hijos especiales y me siento muy orgullosa de ambos. Mi felicidad es muy grande, porque he luchado con gente en el camino que le ayuda y otros, que son tropiezo. Pero él escaló esa montaña de las personas que no estuvieron para apoyarlo. Hoy, gracias a Dios, cumple uno de sus sueños: ser ingeniero químico, que desde pequeño, siempre dijo: ‘voy a hacer Ingeniero’ «, indicó Mayda, al hacer referencia de su otra hija Natasha, quien tiene la misma condición de su hermano.
«A Kristopher lo he visto luchar por sobrevivir, en muchas ocasiones en intensivo, y perdía muchos días de estudio. Por eso, se tardó un poco más en lograr su meta, pero Dios siempre presente», agregó.
Allí desde su habitación, lugar donde gesta sus sueños, intenciones y esperanzas, el ahora ingeniero Santiago Pérez, le ofreció un mensaje a la juventud.
«Estudien algo que les apasione, no se dejen llevar por el dinero. Que estudien lo que les guste, que quieran aprender, porque de qué vale pasar cuatro años o más en la Universidad en algo que no te guste, para qué torturarse. Yo sé que el Colegio es difícil, pero que nadie se rinda», enfatizó.
Asimismo, dio un consejo para aquellos niños y jóvenes que tienen su mismo diagnóstico u otro similar que requiera que utilicen sillón de ruedas.
«Las limitaciones se las impone uno mismo. Hay que trabajar para alcanzar los sueños. No se rindan, no piensen en las barreras, sigan hacia adelante», declaró.